IMPOSIBLE. Esta palabra es nuestra respuesta a la interrogante de si la misión de nuestra familia podría cumplirse casualmente sin estar integrada entre las personas a las que servimos. Nuestro hogar está en el llamado “rincón de los cuatro países”, donde se encuentran Austria, Alemania, Liechtenstein y Suiza. Nuestro objetivo es establecer la iglesia en la Europa de habla alemana y, para nosotros, la única opción es vivir entre la gente.

Esto puede no parecer una idea revolucionaria ya que los misioneros siempre han abandonado sus países de origen y han viajado a tierras lejanas para predicar el Evangelio. El primer paso se da, pero los pasos siguientes implican perder la identidad como estadounidense e integrarse plenamente en un nuevo contexto. Esta no es sólo una estrategia ministerial para nuestra familia; es un modo de vida. Para nuestra hija, Europa central es su hogar y Estados Unidos es un lugar que visitamos de vez en cuando.

La plantación de iglesias no es algo que uno haga de forma remota. Nuestro Dios, que modeló la encarnación, espera que vivamos entre las personas a las que ministramos. Usando este modelo, hemos podido presentar el Evangelio a personas dentro de universidades, gobiernos y casas reales.

Ser conocedores de la cultura y no depender de nuestra cosmovisión estadounidense nos ha abierto muchas puertas. Recomendamos un enfoque radical: invertir una década principalmente en aprender idiomas y minimizar el contacto social con angloparlantes. La incómoda realidad es que se necesita una intensa concentración y disciplina para desmantelar nuestra visión del mundo, las presuposiciones y la mentalidad de héroe de las misiones de toda la vida. Deshacerse de uno mismo por el bien de Jesús y el Evangelio vale la pena.

Vivir entre las personas a las que servimos es una de las claves de nuestro ministerio. En lugar de ver a las personas como objetivos de proselitismo o sujetos de nuestro último boletín, creemos que son nuestra gente. Y en nuestros más de 25 años viviendo aquí, ahora estamos viendo la mayor apertura hacia el Evangelio.